John William Waterhouse

 

John William Waterhouse

John William Waterhouse, destacado pintor pre-rafaelita de la era victoriana, se destacó por capturar la esencia

mágica y misteriosa en varias de sus obras. Aunque no existen pruebas concluyentes de su participación en

sociedades secretas, sus pinturas revelan un profundo conocimiento de la simbología mágica y un posible interés

en el ocultismo y lo esotérico. En este contexto, exploramos algunas de sus obras más intrigantes que exploran

temas de brujería y magia.


"El círculo mágico": 

La obra magistral de John William Waterhouse, en la que nos sumerge en un mundo de misterio y esoterismo,

revelando el interés del artista por temas ocultos y simbolismo vinculado al ocultismo.

La pintura, creada en 1886, presenta una escena de brujería perfecta. En el centro, una bruja se dedica a la

creación de una poción en una marmita mientras traza un círculo de fuego a su alrededor. Elementos simbólicos,

como cuervos y un sapo, observan el ritual, añadiendo un toque de magia a la composición.

La obra también revela pistas sobre influencias esotéricas en la vida de Waterhouse. Detalles como los bordados

de la Antigua Grecia en el vestido de la bruja, la hoz dorada de los druidas y la serpiente uróboros que se muerde

la cola en su cuello sugieren conexiones con diversas órdenes secretas, como los Rosacruces, cabalistas y teosóficos.

La cuidadosa ejecución artística y la rica simbología dan vida a un círculo mágico que va más allá de la tela, invitando

a los espectadores a adentrarse en el enigma de la creación de Waterhouse.



"Circe envidiosa": 

John William Waterhouse, en su obra, nos sumerge en la mitología griega, capturando un momento crucial en

la historia de Circe y su enemistad con Escila. La narrativa se centra en la trama amorosa y el consecuente

acto de venganza de Circe.

La historia se desarrolla cuando Glauco, un joven dios marino, busca la ayuda de Circe para conquistar el

corazón de la niña Escila. Sin embargo, Circe, secretamente enamorada de Glauco, experimenta una ola

de celos y envidia hacia Escila. Como respuesta, prepara una pócima mágica destinada a cambiar el destino

de Escila.

Waterhouse elige representar el momento en que Circe, llena de ira y rencor, vierte la pócima en las aguas

donde Escila solía bañarse. La pintura captura la esencia de la envidia y el deseo de venganza, elementos

que impulsan la transformación de Escila en un monstruo aterrador de la cintura para abajo.

La paleta de colores, dominada por profundos verdes y azules, contribuye a la atmósfera amenazante de la obra.

El uso de tonalidades oscuras y la expresión intensa en el rostro de Circe resaltan la magia oscura y los

peligros inminentes. La mirada de la hechicera revela su determinación, mostrándonos a una mujer capaz de

todo por amor y movida por la intensidad de sus emociones.

En "Circe Invidiosa", Waterhouse logra plasmar el drama mitológico con maestría, ofreciendo una visión

artística de un episodio impregnado de pasión, celos y las consecuencias de la magia desatada por

los caprichos del corazón.



"Tristán e Isolda con la poción": 

Esta obra nos sumerge en la trágica historia de amor entre Tristán e Isolda, una narrativa que transcurre

en el contexto romántico y literario de la literatura medieval.

La trama se inicia con la prometida de Isolda al Rey de Cornualles, y Tristan, enviada para escoltarla

en este compromiso. Sin embargo, la madre de Isolda introduce un elemento trágico al proporcionar

una poción de enamoramiento destinada originalmente para la criada Brangraine, en caso de que el

Rey no fuera completamente agraciado.

La tragedia se desata cuando los jóvenes amantes, de manera accidental, consumieron la poción durante

su viaje en barco, quedando irremediablemente enamorados. A pesar de los esfuerzos por mantener las

expectativas matrimoniales, Isolda se casa con el Rey, desencadenando una serie de acontecimientos que

culminan en la dolorosa separación de Tristán, exiliado y herido en Gran Bretaña.

La obra captura el momento preciso en que Tristán e Isolda están a punto de beber la poción que sellará

su destino. Waterhouse, un hábil pre-rafaelita, utiliza su destreza artística para transmitir la intensidad de las

emociones y la inminente tragedia. La paleta de colores, la expresión de los personajes y los detalles

meticulosos, como la presencia de la poción y la atmósfera mística que la rodea, contribuyen a la narrativa visual.

El tema del amor trágico, la lealtad comprometida y la inevitabilidad del destino se entrelazan en esta

representación artística, donde la belleza y la tragedia se funden en un abrazo melancólico. "Tristán e Isolda

compartiendo la poción" resume el espíritu romántico y la complejidad emocional de una historia que ha

perdurado a lo largo de los siglos.


 

"La bola de cristal”: 

En esta obra, Waterhouse nos presenta a una mujer medieval absorta en la contemplación de una bola de cristal.

La atmósfera sugiere un entorno sobrenatural, con detalles como el rojo intenso del vestido, una habitación oscura,

una ventana con árboles lúgubres y un cráneo en la mesa junto a un libro abierto. La mujer parece estar lanzando

un hechizo, y la presencia de elementos mágicos refuerza la idea de un acto sobrenatural.

La composición de la pintura, con círculos, semicírculos y líneas curvas, crea un sentido de encantamiento que rodea

la esfera de cristal. Waterhouse utiliza la eficiencia para cerrar visualmente la escena, dando un aire de fantasía y

sugiriendo un mundo de sueños o sortilegios de tiempos pasados.

Aunque Waterhouse pintó esta obra en una época en la que el romanticismo estaba pasando de moda y surgían

nuevas corrientes artísticas, la obra refleja su orgullo por este estilo. La mujer en la pintura podría estar contemplando

el futuro de la pintura, dando un toque melancólico a la escena. También puede simbolizar la conexión con un pasado

en el que la magia aún existía. Aunque un dueño anterior de la obra decidió tapar la calavera, hoy en día la pintura ha

sido restaurada para reflejar la visión original de Waterhouse, un destacado artista post-pre-rafaelita.


“Circe ofreciendo la copa a Ulises”

La obra captura un momento crucial del episodio de la Odisea donde Circe, la hechicera, ofrece a Ulises una copa

llena de poción mágica, con la intención de transformarlo en cerdo. La elección de este momento dramático refleja

la habilidad de Waterhouse para seleccionar puntos culminantes en las narrativas mitológicas en las que destaca

la participación de la brujería y representarlos con intensidad emocional.

Waterhouse rompe con la convención al desplazar la atención del espectador de Ulises a la propia Circe. Al hacerlo,

involucra directamente al observador en la escena, generando una conexión emocional con la seductora hechicera y

realzando la participación del espectador en la historia. El suspense se intensifica al reflejar la mirada de Circe

directamente hacia el espectador, invitando a una conexión visual que agrega una capa adicional de intriga a la obra.

Waterhouse hábilmente incorpora simbolismo y dualidad. La elección de elementos como círculos, espejos y superficies

reflectantes en "Circe ofreciendo la copa a Odiseo" no solo aporta a la composición estética, sino que también agrega

capas de significado simbólico y refuerza la dualidad presente en la historia mitológica.

El escenario principal de la obra es dominado por el trono dorado de Circe, que añade un elemento de majestuosidad y

poder divino a la escena. La elección de representar a Circe sentada en un trono resalta su posición como una figura

divina y hechicera poderosa. La presencia de animales salvajes, como lobos y leones, alrededor del trono, refuerza la

idea de su habilidad para controlar y hechizar incluso a las bestias. La presencia de un cerdo a los pies de Circe es un

símbolo poderoso de la magia que ella puede ejercer sobre los hombres. Este elemento visual representa la consecuencia

tangible de sus hechizos y subraya la dualidad de Circe como una figura atractiva pero también peligrosa. El cerdo, como

un recordatorio visual, refuerza la narrativa mitológica asociada con la historia de Circe en la Odisea.

El uso del espejo detrás de Circe es un elemento crucial que agrega profundidad simbólica a la obra. Este reflejo no solo

muestra la figura de Ulises, sino que actúa como una ventana al mundo de Circe, invitando a la audiencia a participar en

la escena mágica. Además, refleja las columnas del palacio y el barco de Ulises, creando un sentido de espacio y

ubicación en la narrativa.

La copa que Circe ofrece a Odiseo, que contiene la poción, es el punto focal de la obra. El color púrpura intenso

de la bebida resalta su naturaleza mágica y potencialmente peligrosa. La vara mágica que sostiene Circe, con

la cual realiza sus hechizos, añade dinamismo a la composición. Estos elementos simbolizan el acto crucial

que desencadenará la transformación de los hombres en cerdos.

En esta obra de Waterhouse, la magia no es solo un accesorio visual, sino un elemento vital que potencia

la narrativa mitológica, envolviendo al espectador en un encanto que va más allá de la superficie de la pintura.

Su habilidad para seleccionar momentos cruciales, romper convenciones y cargar sus obras de simbolismo

demuestra la maestría de Waterhouse en la representación de la magia en el arte.

 

 


“Jason y Medea”

La pintura representa el momento en que Jason, el héroe griego, espera en la preparación de la poción

mágica de Medea, la hechicera y princesa de Cólquida. Medea, enamorada de Jason, utiliza sus

habilidades mágicas para ayudarlo a superar los desafíos impuestos por su padre para obtener el

Vellocino de Oro. La figura central es Medea, que elabora la poción en una copa dorada mientras

Jason la espera con una expresión de impaciencia. La expresión de Medea en la obra es crucial,

simbolizando la dualidad del personaje, el debate entre el amor y el rencor.

Waterhouse demuestra su maestría técnica característica en esta obra, utilizando una paleta de

colores ricos y detalles intrincados. La representación de las texturas, como las telas y el cabello,

revela la atención meticulosa del artista a los detalles. La luz y la sombra se utilizan hábilmente

para resaltar las emociones en juego, creando una atmósfera emotiva que envuelve a los personajes.

Waterhouse emplea su característica técnica prerrafaelita, destacando detalles intrincados y una paleta

de colores ricos. La elección de colores intensos y la atención meticulosa a los detalles son evidentes

en la representación de la vestimenta, el entorno y la expresión facial de los personajes.

El pintor logra transmitir la complejidad psicológica de Medea, una figura mitológica que oscila entre el

amor apasionado y la venganza despiadada.

La elección de Waterhouse de representar momentos críticos en las historias mitológicas permite a los

espectadores explorar las emociones y los conflictos en estas leyendas antiguas. "Jason y Medea" se une

a la colección de obras maestras de Waterhouse que exploran la mitología griega desde una perspectiva

artística única, desde la brujería.

 

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